sábado, 17 de agosto de 2013

CONTEXTO SOCIO-HISTORICO DE LA ÉPOCA.


En esta época, el crecimiento de la industria acompaño el crecimiento de las ciudades, que centralizaron la producción, el comercio y los servicios. Para 1831, por ejemplo, el 25% de la población inglesa vivía en ciudades importantes y, para 1870, la proporción ya alcanzaba el 60%.


Marx.
Por otra parte, Inglaterra, Francia y Alemania, los países más desarrollados, se expandieron por el mundo y crearon imperios coloniales, especialmente en Arica, India y algunos territorios Americanos.
 
 
 
 
 
 
 


Pasteur
 La filosofía positivista, que basaba el saber y el conocimiento en datos comprobables, ejerció una influencia determinante en todas las ciencias, como en la medicina (Pasteur, Kosh) y la biología (Mendel y las leyes de la herencia).

Asimismo, surgieron muchos más inventos técnicos como las  máquinas  de vapor, el telégrafo, el teléfono, el acero, la aspirina, el hormigón y la iluminación de gas, entre otros. La ciencia se convirtió así en el motor del progreso y en el gran mito de la época. Incluso las ciencias sociales aplicaron el método experimental para explicar objetivamente los conflictos sociales, como el caso de Marx, quien adujo como causa de estos conflictos la lucha de clases.
Mendel.
 

Tomado de: Aguirre Rodríguez Ricardo, Contextos del lenguaje 11°, Bogotá Colombia, Editorial Santillana, 2004.

TEATRO DE LA EPOCA REALISTA.

 

Representa al teatro español en la época realista llamada “alta comedia”, a la que caracteriza la actualidad de sus temas (a diferencia del dramas romántico), la pintura del ambiente de la época y la intención didáctica y moralizadora.


Ventura de la Vega.
Inicia este género Ventura de la Vega (1807-1865) con la comedia El hombre del mundo (1845). Sus grandes cultivadores son López de Ayala y Tamayo y Baus
Adelardo López de Ayala (1829-1879), que llega a presidente del congreso, escribe dramas históricos del estilo romántico, como Un hombre de estado (1851), sobre la vida de Rodrigo Calderón. Lo mejor de su producción consiste en la alta comedia, con piezas de tipo moralizador y ambiente urbano. Las más famosas, El tejado de vidrio (1856), El tanto por ciento (1861), El nuevo don Juan (1863), y Consuelo (1878), hacen gala de gran colección y verdad psicológica pero poseen escaso valor dramático.


Adelardo López de Ayala
Como López de Ayala, Manuel Tamayo y Baus (1829-1898principia su carrera con dramas románticos, de los que cabe hacer resaltar Locura de amor (1855), sobre Juana la loca –argumento explotado por el cinematógrafo-, aunque pronto se orienta hacia el realismo y la moralización, en el sus mejores producciones son: la bola de nieve (1856), lo positivo (1862), lances de honor (1863), y los hombres del bien (1870), su obra maestra un drama nuevo (1867), recurre con mucho acierto al procedimiento del teatro dentro del teatro.


Tamayo y Baus.

José de Echegaray (1832-1916), ministro en varias ocasiones y premio nobel de literatura 1904, representa  la vuelta a los procedimientos románticos. En sus dramas se encuentra situaciones inverosímiles, movimientos violentos del ánimo y efectismo. Entre los más famosos se encuentran: o locura o santidad (1877), el gran galeoto (1881), mancha que limpia (1895), el hijo de don Juan (1891), y el loco Dios (1900), los dos últimos con influencias de Ibsen.
 
Echegaray
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Tomado de: Nuevas Maravillas de Saber, tomo 3, Barcelona España, CREDSA ediciones y publicaciones, 1983.

lunes, 12 de agosto de 2013

UN LIENZO Y ÓLEO LA MEJOR REPRESENTACIÓN DEL REALISMO.


 Tomado de youtube: El realismo (movimiento artístico) hecho por AnAbAnAnArM


En la crítica y en la historia del arte suele indicarse con el termino realismo un movimiento que, delineado en Francia hacia 1848 por el pintor Gustave Courbet (en quien se ampararon en el terreno de la crítica y la literatura del escritor Champfleury y el poeta Max Buchón), determino para todo el siguiente periodo de cincuenta años una profunda revolución de los modos expresivos y de las ideas acerca del arte. En oposición al idealismo de los clásicos y de los románticos, que solo consideraban dignos de interés los temas históricos y literarios, el realismo reivindico decididamente le valor de la realidad objetiva como tema artístico para prescindir de todo embellecimiento, corrección y selección preconcebida, y sostuvo con gran vigor polémico la necesidad de la vida contemporánea y de introducir como protagonistas de la obra del arte incluso las clases más bajas de la sociedad. Desde el punto de vista formal, el movimiento realista, frente a la fría corrección que había caracterizado a la escuela académica y al gran interés de esta por el dibujo, prefirió los contrastes claroscuros que resultaban de la observación directa de lo verdadero, es decir del dato natural, al tiempo que corrigió la enseñanza de los grandes maestros del siglo XVII, sobre todo Holandeses y españoles, y el filón realista y optimista de la pintura francesa que va de le Nain (por primera vez revalorizado por la crítica de Champfleury) a jean-Baptiste Siméon Chardin. El interés polémico hacia el movimiento realista condujo a encontrar sus precedentes más lejanos en la historia del arte; de hecho este movimiento no constituye una novedad y se puede decir que, de forma más o menos consciente, acompaña a la afirmación del modo de sentir y de pensar de la burguesía en la cultura moderna.
El dramático luminismo de Caravaggio, la pintura de género que durante el siglo XVII se desarrolló en Italia, Francia y, sobre todo en Holanda; el gusto por el paisaje, que constituye la grandeza de la escuela Holandesa; el arte del retrato, la naturaleza muerta desde Caravaggio hasta francisco Zurbarán y Chardin; el filón picaresco de la pintura española de Velásquez y murillo, y el cuadro de costumbres y la caricatura, que adquieren en Inglaterra en el siglo XVIII una particular vivacidad, son fenómenos todos que, si bien todavía entrelazados con motivos derivados de una concepción del arte distinta, pueden considerarse procedentes del realismo. Algo semejante se podría afirmar a propósito del intenso interés por la realidad que caracteriza los modos analíticos de tantas pinturas flamencas del siglo XV, de la feliz vena narrativa de cierta pintura italiana de la segunda mitad del siglo XV y de los llamados pintores de la realidad en la Italia septentrional durante el siglo siguiente (Calgario, Cerruti, Crespi, etc.) pero el realismo en sentido propio es un fenómeno netamente típico del siglo XIX y está ligado a un declarado intento filosófico de carácter materialista y a las consiguientes tomas de posición políticas y sociales. Así considerado, el realismo aparece como un filón que recorre desde la cima hasta el fondo toda la pintura del siglo XIX.
Ya en ciertos aspectos de la obra de Jacques Louis David (el máximo representante del neoclasicismo, contra quien tuvieron que reaccionar con violencia los naturalistas), en Marat asesinado, por ejemplo, ha reconocido algunos elementos del realismo del siglo XIX, que tienen su natural continuación en el profundo interés ético y social de jean-Louis-Andre-Theodore Géricault, el portaestandarte del movimiento romántico en Francia; y más tarde, a partir de 1830, en el gran arte de honoré daumier, quien, con sus litografías políticas, su sátira de las costumbres y, por último, hacia 1848, con su pintura inspirada en la vida del pueblo, se convirtió en el más significativo representante del realismo el gusto por la pintura de paisaje, tal como se manifiesta en John Constable o en jean-Baptiste-Camille Corot y que encontraría su centro de difusión en Francia, en la llamada escuela de 30 o de Barbizón, representa la otra cara del realismo uno y otro aspecto, el político social y el naturalista, están estrechamente unidos, tanto en el arte de Courbet, como en el de inspiración bíblica, campesina y humana de jean-Francois Miller (quien con daumier y Courbet, aunque ciertamente sin alcanzar su nivel, puede considerarse uno de los mayores maestros del realismo francés del siglo XIX). Desde 1848, el realismo conoció una rápida difusión gracias a la pasión naturalista, propagada por el romanticismo, a la pasión democrática, que había despertado en muchos países de Europa la revolución, al desarrollo de las ciencias positivas y, finalmente, al éxito de la fotografía. A esta difusión contribuyo la exposición universal de 1855, durante la cual Courbet preparó su célebre pavillon du realisme, pues a partir de este momento se puede fechar el éxito de la escuela de Barbizón en casi todos los países de Europa e incluso en América. En época reciente se ha reconocido, por ejemplo, la influencia que tuvo la exposición en el realismo italiano y sobre todo en los impresionistas. Desde 1863, a partir del salón des Refusés, en el cual participaron, entre otros, Edouard Manet, James Abbot Whistler y Henri Fantin-latour, se fue debilitando la inspiración político-social del realismo y se afirmó una nueva estética, más pronunciada y pesimista, que por primera vez castagnari y más tarde Zola quisieron definir con el nombre de naturalismo y que constituyó el subfondo ideal de la pintura impresionista. La vena humanitaria y social del realismo iniciada en Courbet y Millet, tuvo gran numero der continuadores, mediocres desde el punto de vista artístico, en Francia y en toda Europa (como son los franceses Bastien-Lepage y jules Bretón, el belga Constantin Meunier, los alemanes Adolf Menzel, Wilhelm Leibl y Hans Thoma, el ruso Ilia Repin, el húngaro Michael Lieb, llamado Munkacsy, que se fue con toda probabilidad el mejor de los seguidores de Courbet, los italianos Giovanni Segantini y Giusepope Pelizza da volpedo). En el siglo XX se consideran generalmente dentro de realismo algunos movimientos cargados de fermentos polémicos político-sociales y humanitarios surgidos del expresionismo, en particular del alemán (George Grosz, Kathe Kollwitz, otto Dix), y de la pintura de carácter popular (los mexicanos Diego Rivera, José Clemente Orozco y Davis Alfaro Siqueiros, herederos del arte de José Guadalupe Posada, y el estadounidense Ben Shahn).
tomado de: Enciclopedia Monitor, Tomo 13, Pamplona Italia, Ediciones Salvat s.a, 1965.
 
 Gustave Courbet.
 
Algunas de sus obras:


Jean-Baptiste Siméon Chardin.
 
 
Algunas de sus obras:


 
 
 
Caravaggio.
 
 
 
Algunas de sus obras:
 
 

 
 
Francisco Zurbarán.
 
 
 
Algunas de sus obras:
 
 


 
 
Velásquez.
 
 
 
Algunas de sus obras:
 
 

 
 
Murillo.
 
 
Algunas de sus obras:
 

 
 
Théodore Géricault.
 
 
 
 
Algunas de sus obras:
 
 

 
Daumier.
 
 
 
Algunas de sus obras:
 

 
 
 
 
Camille Corot.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Algunas de sus abras:
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Edouard Manet.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Algunas de sus obras:
 
 

 
 
 
 
 
James Abbot Whistler.
 
 
 
 
 
Algunas de sus obras:
 

 
 
 
 

sábado, 3 de agosto de 2013

EL REALISMO LITERARIO, PLASMANDO LA REALIDAD EN PAPEL.

tomado de http://www.youtube.com/watch?v=Ra7GnNOslS0 "EL REALISMO LITERARIO" hecho por Laura Soto Gómez (16/07/2012.)


El termino realismo designa movimientos, tendencias y orientaciones que se sitúan en periodos determinados de la historia literaria. Toda la novela moderna, por ejemplo, tiende desde el comienzo a elaborarse de forma realista. En la novela medieval del siglo XIII y en Boccacio se afirmo ya esta exigencia objetiva que la novela picaresca española tomó y afianzo en toda Europa. Durante los siglos XVII y XVIII, en las literaturas inglesa y francesa opera una dialéctica que tiene como términos contrapuestos la novela sentimental (Richardson, prévost, Rousseau) y la novela realista (Defoe, fielding, Laclo), pero la línea de separación es imprecisa, pues el realismo se halla presente en la novela narrativa sentimental, a menudo con variantes psicológicas, mientras que se observa una perspectiva realista en la novela o narración filosófica, que, sin embargo, se vale también de elementos fantásticos o grotescos (Voltaire) o aspira a condiciones extremas de verificación en la sátira novelesca (Leneu de Rameau, de Diderot).

En el mismo siglo XVIII se afirmo el gusto por el documento narrado: colecciones de cartas, memorias, biografías y caracteres encuentran a veces éxitos más seguros que los obtenidos por obras literarias e influyen sobre estas últimas. La inspiración naturalista de este momento, que anunciaba el romanticismo, elaboro y difundió la tendencia a lo bello natural, contrapuesta a las viejas formulas clasicistas de la imitación. En la novela histórica de Walter Scott se consigue con frecuencia una atmósfera plenamente realista.

El termino realismo apareció, sin embargo, por primera vez en la literatura francesa hacia 1825. Al mismo tiempo se desarrollo el ciclo novelesco de Balzac la comedia humana, inspirado en la realidad social surgida de la revolución francesa y del primer imperio. A este Balzac se propuso escribir “la historia de las costumbres de su tiempo” y elevar la novela “al valor filosófico de la historia”. En lugar de confiarse a la imaginación o a la inventiva, según las tradicionales concepciones de la “ficción” novelesca, el narrador es “amanuense” de la realidad histórica.

La primera y verdadera teorización del realismo se remonta a champfleury, quien al criticar con aspereza el romanticismo idílico y pueril de muchas obras narrativas aparecidas hacia 1840, con intención polémica opuso a todos la lección de Balzac. Sobrevaloro el carácter ético del realismo que muchos en sentido peyorativo, aplicaban a la pintura de courbet; la doctrina pictórica de este ultimo vino así transferida a la literatura. Es indudable que a la formación de estas teorías y a la difusión del realismo narrativo contribuyeron el progreso científico, el consiguiente positivismo filosófico (comte), el laicismo de la metafísica (feuerbach) y otros fenómenos culturales propios de la época.

La comedia humana fue considerada por Engels, uno de los fundadores del marxismo, como una obra maestra del realismo se manifiesta a despecho de las ideas del autor, quien aunque era legitimista, supero con objetividad las propias convicciones al pintar con fidelidad la sociedad. Según Engels el realismo es, por tanto, “reproducción fiel de caracteres típicos en circunstancias típicas”.

Durante el siglo XIX se difundieron formas de realismo en toda Europa en versiones y adaptaciones que diferían de unos países a otros o según los autores. En Francia junto a Balzac, se coloco la concepción de la novela de stendhal. Thackeray, Dickens, George, Arnold Bennett, Meredith, Stevenson, Hardy, etc; representaban las variantes inglesas y a las que añaden las americanas: Melville, Hawthorne y, con entonaciones ya naturalistas, Thoreau, Whitman, Mark Twain y otros. Gotthelf, Keller y fontane se encuentran entre las mayores expresiones del realismo alemán; es preciso no olvidar las formas de realismo poético que se encuentran en la lírica de Morike y de otros poetas. Donde el realismo narrativo alcanzo su cumbre expresiva fue en Rusia, en la obra de Tolstoi. El realismo experimenta una acentuación de sus relaciones con las ciencias de la naturaleza, desde la metodológica impasibilidad de Flaubert, hasta el experimentalismo de ola, transformación de la novela en un experimento que responde a una casualidad de inspiración científica (por ejemplo: la teoría de la herencia, para explicar los comportamientos sociales).

El realismo literario apareció en España con las novelas de Fernán caballero y como fruto de dos tendencias: el costumbrismo folclórico de ambiente local y tradición romántica, y la influencia de Balzac y demás realistas Europeos. En constante depuración, Pedro Antonio de Alarcón creó con sus novelas cortas un realismo hispano que se acentuaría en las idealizantes obras de Juan Valera, con quien el realismo llego a su mayor pureza, y alcanzaría una plenitud con Benito Perez Galdós, en quien se sintetizan las corrientes realistas con las naturalistas y, ya al final, con las simbolicas. El realismo se mantuvo en Jose Maria Pereda y continuo en el siglo XX con Armando Palacio Valdéz, Concha Espina, los escritores del 98 y Ramón Pérez de Ayala, para sufrir un colapso con la invasión de los “ismos” de vanguardia.

A pesar de las crisis de formas realistas, ya anunciada por el propio Balzac, y de las dificultades surgidas con la difusión de los modos de vanguardia, en el paso del siglo XIX al XX el realismo encontró numerosas interpretaciones originales. Entre ellas el realismo critico, abierto sobre el brillante autoconocimiento de la crisis burguesa, que encuentra en Thomas  Mann el exponente mas destacado. Después de una afirmación total de las vanguardias – expresionismo, dadaísmo, surrealismo --, se da en la novela francesa entre 1930 y 1940, un retorno a formas realistas con escritores que ponen la condición humana en el centro de sus intereses (Malraux, Sartre, Camus). En Rusia después de 1917 se afirmo el realismo socialista, teorizado por Gorki como arte abierto al elemento activo (socialista) de los cambios reales posrevolucionarios. A pesar de algunas expresiones convincentes (Sholojov, Fadejev, Alexei, Tolstoi), la carencia de libre dialéctica y las frecuentes intervenciones políticas (Stalin, Zdanov), impidieron durante mucho tiempo el desarrollo de una interpretación autentica de la realidad soviética. Esta ultima ha encontrado recientemente sus reflejos en formas mas o menos criticas del realismo.

En la línea del realismo se ha desarrollado también la teorización de la literatura y, especialmente, de la novela – considerada, según la teoria de Hegel, como epopeya de la Burguesía --, conducida por el critico marxista húngaro Lukacs. Al mismo tiempo que rechaza la exasperación del naturalismo, tiende a encontrar en las premisas de Balzac y en las lecciones de Tolstoi de los novelistas rusos los presupuestos para un realismo social que corresponda al actual sentido de la historia, en una apertura critico-épica.
En Italia desde 1945, se formo en la literatura y en el cine un movimiento espontaneo de neorrealismo bajo la influencia de la novela americana del siglo (Faulkner, Hemingway, etc.) descubierta por vittorini y pavese. La obra de estos dos escritores y las sugerencias que derivan de los hechos históricos de la guerra han contribuido a formar una elaboración literaria original.

En España, después de la guerra y como consecuencia de la misma, apareció un neorrealismo crudo y apasionado, unas veces al margen de la técnica, otras en relación con ella. La novela nada de Carmen Laforet marca el punto de partida del realismo contemporáneo, que ha encontrado amplia acogida en los premios Nadal y planeta, cuya inmensa mayoría pertenece a esta corriente.